Francia en el mundial fue un maremoto de goles: 7-3 en el debut a Paraguay, derrota 3-2 contra Yugoslavia (los tenían de hijos a los franceses) y 2-1 sobre Escocia. El conjunto africano acabó dándole la vuelta al marcador y venció por 3-2 con la involuntaria colaboración de Zubizarreta, quien empujó un balón hacia su propia portería tras un centro raso del equipo rival que no entrañaba peligro aparente.