↑ «Beren Saat ve Kenan Doğulu’ya rekor ücret». ↑ «Nacional mantiene su línea histórica; Peñarol no tendrá representantes». Con este sistema se decidieron cosas tan dispares como la conveniencia de realizar concentraciones, los fichajes, los contratos de patrocinio y publicidad, los precios de las entradas y hasta el menú de la cafetería. Tiene mangos ergonómicos ligeros, cubiertos de espuma, así como un sistema para ajustar la longitud de la cuerda a la altura de quien la usa. El puerto de altura de Progreso, es pieza clave de la infraestructura estatal que permite la operación comercial marina y turística de la entidad con Europa, los Estados Unidos, Centroamérica, Sudamérica y las Antillas Mayores. Da igual que no grite ni se señale la espalda. El deporte, que empezaba a convertirse en un entretenimiento de masas, no tardó en ofrecer a los regímenes políticos una nueva dimensión: al igual que el cine y otros espectáculos de moda, se podía usar como soporte propagandístico. Es el caso de la película Saeta rubia, en la que Alfredo Di Stéfano soporta los peligros de la fama y demuestra ser una persona familiar de profundas convicciones morales, es decir, el prototipo de hombre que quería el franquismo.
1928, representando de esta manera el modelo de persona con el que los italianos debían identificarse. Dicen que Benito Mussolini solo había visto un partido de fútbol en su vida, pero esto no le impidió percatarse de las posibilidades políticas y propagandísticas que el juego de la pelota podía brindarle. A día de hoy, la mascota del club es un águila y como en el caso del club lisboeta, antes de cada partido un águila amaestrada sobrevuela el estadio del equipo. En los de Londres 2012, Michel Morganella, integrante de la selección suiza, fue expulsado de la cita olímpica por manifestar una conducta racista en Twitter después del partido de su equipo contra Corea del Sur. En los primeros tiempos del fútbol no era fácil conseguir prendas de colores «de fantasía», se decía entonces. Mussolini era fotografiado mientras practicaba sus deportes favoritos, y luego esas fotografías copaban las portadas de la prensa. Sirven de ejemplo las portadas de la revista Gioventù Fascista, protagonizadas casi en su totalidad por Mussolini haciendo deporte o asistiendo a alguna competición.
Del Nido explica así lo de las banderas: «El Sevilla es el equipo de Sevilla en Andalucía, de Andalucía en España y de España en Europa». Según estudios académicos, el uso adoctrinador del deporte por parte de la Alemania nazi tuvo mayor extensión y eficacia, mientras que durante el franquismo tuvo mayor longevidad. Durante los años treinta, los ídolos deportivos adquieren un estatus similar al de otras estrellas del espectáculo. El auge del deporte lleva durante estos años a la construcción de nuevos estadios para albergar a las decenas de miles de espectadores que acuden a las competiciones. Durante la década de los cincuenta, el binomio fútbol y cine tuvo su momento de máximo apogeo cuando el auge de la industria cinematográfica coincidió con las victorias continentales del Real Madrid y los éxitos de la selección. Además el sindicato AFE se posicionó a favor del Real Murcia, amenazando incluso con una huelga de jugadores en apoyo a sus compañeros murcianistas.
Lo que le hace especial es que contra la Real usará la tercera, por lo que habrá lucido las tres en una misma campaña. Un día conoció a un estudiante divertido e inteligente al que no le importó, al contrario, que soñara con tener una carrera, Martin Ginsburg. Una lucha interna entre sus dirigentes, Vicente Matheus y Waldemar Pires, acabó por llevar a la dirección general del club a un joven sociólogo que de fútbol sabía más bien lo justo: Adilson Monteiro Alves. Bien conocido es el caso de las Olimpiadas de Berlín en 1936, que Hitler diseñó como la apoteosis de la «modernidad» hitleriana. Sin embargo, el caso italiano sirvió de modelo para ambas dictaduras, pues fue el primero en recuperar la noción clásica del deporte como herramienta política. Estos sistemas políticos, que controlaban todas las esferas de la vida cotidiana del ciudadano, veían en el deporte una herramienta perfecta para movilizar a la población, un extraordinario medio de propaganda y de control social. Hulk disparó con fuerza desde la derecha, De Gea despejó como pudo y el balón le cayó de nuevo a Hulk, que se la puso a Falcao para que rematase de espuela e hiciese el primero.
El fascismo, desde sus orígenes, exaltaba entre sus valores supremos la juventud —sirva de ejemplo el himno fascista italiano, Giovinezza—, la acción, la fuerza y la violencia en sí. Para el consumidor medio un gadget tiene que tener, primero, una función clara, segundo, un buen precio y tercero, una sencillez de uso tal que pueda manejarse 20 minutos después de abrir la caja. Este nuevo fenómeno, que transfigura la sociedad italiana, se convierte en el paradigma que explica el uso del deporte con fines políticos. En Italia, este proceso se materializó en la creación de más de nueve mil entidades deportivas. A principios del siglo XX, el deporte inicia un proceso de popularización que lo lleva de estar limitado a las clases privilegiadas a convertirse en una de las preferencias de ocio de la población. Votar era un deber que llevaba a horas de discusiones y a debates por asuntos aparentemente sin importancia. En la plantilla, que era ajena a estos pensamientos, un jugador con nombre de filósofo griego entendió rápidamente las ideas de su nuevo jefe y las llevó al campo. Un tinto en un momento perfecto, muy agradable de principio a fin, sabroso siempre y con un recuerdo dulce que te llega a atrapar.
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